martes, 6 de enero de 2015

Lovelace (2013)


Linda Lovelace no era tan linda como Amanda Seyfried, ni ésta la interpreta por seguir explotando la faceta de rollergirl heredada de Heather Graham --pero mejor no empecemos con la influencia inesquivable de Boogie Nights aquí o en American Hustle, también de 2013-- que (des)viste su persona cinematográfica: ambas cuestiones resultan de lo más triviales al cabo de este recorrido a través del lado verdaderamente oscuro de la industria pornográfica floreciente en los setentas, producido por la misma Seyfried y Peter Sarsgaard, quien se encarga del ingrato rol de Chuck Traynor. Anticipando un poco a lacras como Paul Snider (el asesino de Dorothy Stratten, encarnado por Eric Roberts en Star 80), Traynor sedujo a la joven Lovelace y, ya casados, abusó de ella física, mental y emocionalmente, prostituyéndola e incitándola a incursionar en las hasta entonces radicalmente marginales blue movies con el objetivo de saldar sus cuantiosas deudas. Entonces, prácticamente con un revólver empuñado por su marido apuntándole a la sien, Linda Lovelace se convirtió de la noche a la mañana en una estrella de la pornografía socialmente legitimada, la primera diva de la liberación sexual en unos Estados Unidos por la hipocresía y el relativismo moral. Esta película aprueba, si no holgadamente, en su descripción matizada de ese mundo descarnado y criminal, sobresaliendo en el retrato humanizante de su protagonista, una Seyfried que acierta en cada nota dramática exigida, y a quien asisten harto solventemente Sarsgaard y unos conmovedores Robert Patrick y Sharon Stone como sus padres. Lovelace es una ilustración sobria y una denuncia retrospectiva, y una película claramente superior a aquella Deep Throat que acaso redimía en un parpadeo la presencia de Carol Connors (la mami de Thora Birch)…, pero esto último es la suma trivialidad. 3.5/5

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