jueves, 29 de agosto de 2013

Amok (1944)

La Doña con gafas a lo Edith Head... antes de Edith Head

Amok es una ambiciosa producción mexicana escrita y dirigida por Antonio Momplet (con diálogos de Max Aub, quien también guionizó La monja alférez del mismo año) sobre la freudiana nouvelle de Stefan Zweig aparecida en 1922. En ella se trata el tema del amour fou a través de cierto metafórico cientifismo: amok significa originalmente rabia homicida, una fiebre epidémica en la apartada Indonesia, y deviene devoción venérea que trastorna hasta el suicidio al médico francés comprometido con su cura. Éste (interpretado expresionistamente por Julián Soler) es víctima de una vampiresa blonda a quien presta su innegable atractivo sexual la especialista María Félix, cuyo físico monumental se desdobla en el de otra mujer, ésta insospechadamente ya cerca del preciso umbral donde acaban y empiezan todos los misterios.

La Doña rubia, después de Lili Marlene

sábado, 24 de agosto de 2013

Sade según Pasolini: Salò o le 120 giornate di Sodoma (1975)


El testamento fílmico del poeta y novelista Pier Paolo Pasolini (1922-1975), uno de los artistas más únicos e interesantes del siglo pasado, es un irónico monumento al potencial de sadismo humano y escatología teológica y/o secular ya explorados (con irrepetible fidelidad exclusiva y filial al espíritu sadiano) en la espectacular síntesis de los últimos cinco minutos del verdadero debut de Buñuel, padre del Surrealismo cinematográfico, aquella subversiva L'âge d'or (1930) cuya bomba postrera y terminante también se basó en Les 120 journées de Sodome, aquel exhaustivo documento de la perversión y sus abismos firmado por el Marqués de Sade. En Pasolini, radical y homosexual, el libertinaje se torna fascismo, y la escatología pasa previsiblemente a un primerísimo plano, perdiendo no obstante cualquier connotación religiosa (esto es, como la religión era entendida por Sade y Buñuel) y revolviendo las tripas del espectador con una incomodidad mortal que el lector que haya visto los resultados en pantalla muy comprensiblemente podría no querer nunca más experimentar.

sábado, 3 de agosto de 2013

La momia azteca contra el robot humano (1958)


Dos científicos se enfrentan en una disparatadamente fantástica aventura, reminiscente de las maldiciones egipcias y el mito de Frankenstein: el doctor Almada (Ramón Gay, con su máscara de perpetuo desdén), un audaz pero finalmente ético intelectual, y el deicida doctor Krupp, alias El Murciélago, cuyas operaciones clandestinas tienen como objetivo las joyas de un tesoro milenario. "Competente" matinée de horror que demuestra el nivel de la serie B (¿o es C?) mexicana, es un divertimento asegurado por la arquetípica línea argumental (jalada de los pelos y largamente montada sobre un algo divagante flashback inicial), los delirantes recovecos de la (infantil en sus mejores o más singulares instantes) geografía escenográfica de cartón piedra --noten el interior palaciego de la residencia Almada no bien comenzado el metraje, empero-- y, muy especialmente --entre la oportunamente ridícula solemnidad inexpresiva del resto de actores, la espantosa momia y el risible androide incluidos--, la interpretación rebosante de placer lúdico y teatral diabolismo del buñueliano Luis Aceves Castañeda en el rol de Krupp: granguiñolesca labor solitaria (si no contamos las mínimas aportaciones de Arturo Martínez como su desfigurado compinche Tierno ni, por supuesto y sobre todo, la efectiva presencia de ultratumba con caprichos decadentistas) que culmina el tono sensacional de una cinta que, por si fuera poco, incluye a una crecidita Rosita Arenas (la niña-mujer de El bruto) como la otra mitad de un amor eterno y reencarnado al estilo, siguiendo con Karloff, de la inmortal The Mummy (1932).