miércoles, 16 de enero de 2013

Savages (2012)


Persuadido en especial por el atractivo físico de Blake Lively, en su momento resentí la imposibilidad de ver esta película en salas al cabo de los sumarísimos quince días de su local exhibición. No más, pues: mi tenaz expectativa acaba de tropezar con la defectuosa naturaleza de esta obra “pulp” del previamente virtuoso director de Natural Born Killers, y mi impresión es unánime. Porque, no obstante el entretenimiento hormonal y la continuidad de los eventos, más largas que las torneadas piernas de la rubia beach girl son las dos horas durante las cuales no sólo el talento de Oliver Stone en el guión y la puesta en escena, sino también el de actores como Benicio del Toro y John Travolta (que, lamentablemente, debió de darse cuenta de que esto no era Pulp Fiction recién a mitad del rodaje), son desperdiciados con cruel minuciosidad. La anécdota central a este auténtico ejercicio de misoginia que se carga a la bella actriz de The Sisterhood of the Traveling Pants, abaratándola hasta convertirla en poco más que una estúpida e inútil mujerzuela con ensoñaciones del más torpe y mundano idealismo, basta por ahora: dos saludables jóvenes americanos trafican droga, se acuestan con la misma tipa a veces al mismo tiempo, y en cierto momento tienen problemas con los (oh sorpresa) delincuentes mucho más avezados e inescrupulosos con quienes tratan --siniestros mexicanos, desde luego, sin mejor idea que secuestrar a la muchacha, una Blake ya poco lively y más bien trashy. En medio de todo y nada, la violencia extrema y el gore gratuito resultan menos trágicamente superficiales que los méritos nimios de una simplista, paradójicamente pretenciosa, prescindible narración.
 

viernes, 11 de enero de 2013

La fille coupée en deux (2007)


Entre los enfants terribles de la Nouvelle Vague, probablemente es Claude Chabrol quien ha llevado la herencia hitchcockiana hasta sus últimas consecuencias, depurando un estilo personal radicalmente distinto de, por ejemplo, el americano Brian de Palma (por nombrar  a otro preclaro cineasta con el ADN del autor de Vertigo como seña conspicua en su DNI creativo). Los thrillers de Chabrol son una delicia tanto intelectual como sensorial, y éste no es la excepción: la deliciosa Ludivine Sagnier protagoniza una historia de amor obsesivo, fatal, inexorable, en medio de un ambiente misógino que resalta su aislada vulnerabilidad; no obstante lo predecible que pudiera ser la línea argumental (como en un libro de Philip Roth, encantador novelista famoso de edad mediana enamora a “chica del tiempo” de la televisión local; pero siempre existe un tercero en discordia…), las frescas y naturales imágenes ocultan vida y muerte, el ciclo eternamente de vuelta sobre sí mismo que otorga un suspense más allá de la cinefilia auténtica a la obra del genial realizador francés de tantos policiales brillantes.