viernes, 25 de julio de 2014

Larga noche de julio (1974)


El espléndido Eusebio Poncela, uno de los titanes del arte dramático de la península ibérica, encuentra un bastante decente vehículo de lucimiento en este filme --posterior a su presencia clave en La semana del asesino (1973)-- sobre la tentación del delito y sus efectos devastadores e irreversibles. Ambientado en el circuito motociclístico de competición, narra la íntima tragedia de Pedro (Poncela), una joven promesa que, debido a la ambición y la falta de presupuesto conveniente, toma una desesperada decisión y se involucra con Toni (Simón Andreu), la descarada oveja negra de una familia bien que planea el “crimen perfecto”. Dirección y ambientación contribuyen al suspenso de un drama moral que ilustra contundentemente lo absurdo e inútil de ciertas conductas, así como la finísima línea divisoria entre el bien y el mal, el antes y el después en un mundo como el nuestro. ****/*****