sábado, 15 de marzo de 2014

La hora bruja (1985)

Francisco Rabal y "Saga"

Ninfa o (¿más improbablemente?) meiga de los bosques gallegos, el personaje de Victoria Abril en este homenaje de Jaime de Armiñán a Gustavo Adolfo Bécquer en particular y a la poesía española del Siglo de Oro en general surge a primera vista como una criatura destructora al estilo de Terence Stamp en Teorema (1968), aunque pronto confirma ser casi lo contrario. Simultáneamente leve, ambigua, abstracta y profunda, la cinta es un triunfo sobre los clichés y las convenciones, ya desde su pintoresco título. Rabal y Concha Velasco (el Gran César y su mujer Pilar, dos cómicos de la legua que viajan de pueblo en pueblo ofreciendo un combo de magia charlatana y westerns con Gregory Peck o películas exóticas, invariablemente americanas, especialmente superproducciones como Cleopatra Hello, Dolly!) también aportan su oficio en esta leyenda que narra una historia de amor fuera del tiempo, a fuerza de combinar memoria e imaginación como en todo buen trabajo de ficción.

La hora bruja --una hora mágica de verdad, una medianoche alba-- es por esto, además de fantasmagoría lunar que invita al contraste renovado entre Poe y el ciclo Corman-Price de AIP, y de pieza gótica tan en los antípodas del Gótico cual la lolitesca El nido (1980, del propio Armiñán) se enclavaba fuera de las fronteras carnales de cualquier versión acerca de la enfant fatale de Nabokov, un testimonio aun metafílmico de la realidad del cine y su ascendiente irresistible en las ilusiones y sueños inmanentes del día a día. ****/*****