lunes, 24 de noviembre de 2014

El corazón del bosque (1979)


Manuel Gutiérrez Aragón propone una relectura de los fantasmas de la Guerra Civil Española que, sin lograr la poesía de cintas contemporáneas como El espíritu de la colmena (1973) o Cría cuervos… (1975), ni mucho menos, alcanza ciertos momentos de lirismo innegable y profunda e insólita humanidad. La siempre hermosa Ángela Molina, en su eterna juventud de musa buñueliana, es la hermana de un ex guerrillero (excelente Norman Briski) que, en una azarosa jornada reminiscente del Corazón de las tinieblas conradiano adaptado también a la guerra por Coppola, busca al recóndito, virtualmente mítico líder que muere en vida internado en la montaña peinada por los falangistas. Entre el realismo tenue pero crudo y el onirismo frecuente aunque incierto, Gutiérrez Aragón traza una delicada sinfonía de silencios prolongados y continuos, en la cual tantos primeros planos de manos --pequeñas, grandes, compasivas, gélidas, tenaces, dolientes-- parecen comunicar las sombras vivas, los movimientos frustrados y los reflejos de un mundo sin mayor voluntad que la de la muerte. 3.5/5

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Mare nostrum (1948)


María Félix y Fernando Rey estelarizan esta (segunda y última) adaptación de la novela de Vicente Blasco Ibáñez por Rafael Gil --la primera, dirigida por Rex Ingram, fue rodada en inglés--, también conocida como Alba de sangre. Durante la Segunda Guerra Mundial, el aún joven capitán de un navío español, forzosamente detenido en las costas de Italia, persigue sin tregua a una exótica beldad que resulta ser una Mata Hari de cuidado, alguien que (inclusive si no será su voluntad) conseguirá arruinar su vida. Ágil pese a los eventuales diálogos expositivos de rigor, y filmada con un estilo irregular que no ensombrece sus más profundos momentos, la principal razón para disfrutar la grave película es, cómo no, su incomparable pareja protagónica: dos actores en transparente estado de gracia, derrochando incontestable naturalidad --y los detractores de la Doña deberían tomar nota-- e intensidad, además de oportunísima química profesional. Las escenas que comparten, especialmente, son prueba fehaciente de que la interpretación dramática es reacción, y recuerdo constante de que los mejores siempre hacen lucir todo al ritmo de la vida… aun cuando vaya a dar al fondo del Mediterráneo. 4/5