Manuel
Gutiérrez Aragón propone una relectura de los fantasmas de la Guerra Civil
Española que, sin lograr la poesía de cintas contemporáneas como El espíritu de
la colmena (1973) o Cría cuervos… (1975), ni mucho menos, alcanza ciertos momentos de lirismo
innegable y profunda e insólita humanidad. La siempre hermosa Ángela Molina, en
su eterna juventud de musa buñueliana, es la hermana de un ex guerrillero (excelente
Norman Briski) que, en una azarosa jornada reminiscente
del Corazón de las tinieblas conradiano adaptado también a la guerra por
Coppola, busca al recóndito, virtualmente mítico líder que muere en vida
internado en la montaña peinada por los falangistas. Entre el realismo tenue
pero crudo y el onirismo frecuente aunque incierto, Gutiérrez Aragón traza una
delicada sinfonía de silencios prolongados y continuos, en la cual tantos
primeros planos de manos --pequeñas, grandes, compasivas, gélidas, tenaces,
dolientes-- parecen comunicar las sombras vivas, los movimientos frustrados y los
reflejos de un mundo sin mayor voluntad que la de la muerte. 3.5/5
lunes, 24 de noviembre de 2014
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Mare nostrum (1948)
María Félix y
Fernando Rey estelarizan esta (segunda y última) adaptación de la novela de Vicente Blasco Ibáñez
por Rafael Gil --la primera, dirigida por Rex Ingram, fue rodada en inglés--, también conocida como Alba de sangre. Durante la Segunda Guerra Mundial, el aún joven capitán de un
navío español, forzosamente detenido en las costas de Italia, persigue sin
tregua a una exótica beldad que resulta ser una Mata Hari de cuidado, alguien
que (inclusive si no será su voluntad) conseguirá arruinar su vida. Ágil pese a
los eventuales diálogos expositivos de rigor, y filmada con un estilo irregular
que no ensombrece sus más profundos momentos, la principal razón para disfrutar
la grave película es, cómo no, su incomparable pareja protagónica: dos actores
en transparente estado de gracia, derrochando incontestable naturalidad --y los
detractores de la Doña deberían tomar nota-- e intensidad, además de
oportunísima química profesional. Las escenas que
comparten, especialmente, son prueba fehaciente de que la interpretación
dramática es reacción, y recuerdo constante de que los mejores siempre hacen
lucir todo al ritmo de la vida… aun cuando vaya a dar al fondo del Mediterráneo.
4/5
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