Es
casi un experimento volver a ver esta comedia tan de su tiempo después de
tantos años. Como en su momento se podía haber predicho, lo que mejor ha
sobrevivido o envejecido de esta pieza inmediatamente “clásica” es su
sentimentalismo y su capacidad de identificar al espectador con las desgracias
persistentes, a cual más ridículamente cruel, que le acaecen a un gratuitamente desafortunado Ben Stiller (excelente en una de sus más
emblemáticas actuaciones). La bella Cameron Diaz es la Mary del título, una chica
irresistible porque es/está buena como un pan/mango. Realización, dirección de
actores, narración --aunque con casi 130 minutos es quizá un trabajo cómico
demasiado largo--, todo confluye armónicamente en el resultado positivo de un
humor cuya grosería sentó cátedra y que por suerte ha perdido cualquier impacto
escatológico sin estropear su atinada ternura.
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