El testamento fílmico del poeta y novelista Pier
Paolo Pasolini (1922-1975), uno de los artistas más únicos e interesantes del siglo pasado,
es un irónico monumento al potencial de sadismo humano y escatología teológica
y/o secular ya explorados (con irrepetible fidelidad exclusiva y filial al espíritu sadiano) en la espectacular síntesis de los últimos cinco
minutos del verdadero debut de Buñuel, padre del Surrealismo cinematográfico,
aquella subversiva L'âge d'or (1930) cuya bomba postrera y terminante también
se basó en Les 120 journées de Sodome, aquel exhaustivo documento de la
perversión y sus abismos firmado por el Marqués de Sade. En Pasolini, radical y homosexual, el libertinaje se torna fascismo, y la escatología pasa
previsiblemente a un primerísimo plano, perdiendo no obstante cualquier
connotación religiosa (esto es, como la religión era entendida por Sade y Buñuel) y revolviendo las tripas del espectador con una
incomodidad mortal que el lector que haya visto los resultados en pantalla muy
comprensiblemente podría no querer nunca más experimentar.
sábado, 24 de agosto de 2013
Sade según Pasolini: Salò o le 120 giornate di Sodoma (1975)
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