viernes, 25 de noviembre de 2011

Ben-Hur (1925)


La versión silente "oficial" del apasionante best-seller de Lew Wallace tiene a Ramon Novarro en el papel de su carrera y a Fred Niblo tras las cámaras. Niblo es uno de los grandes cineastas de su época, poseedor de un sentido de la épica y el drama que se ajusta a las tensiones y proporciones que caracterizan la historia de un príncipe judío que pierde mucho más que a su mejor amigo y cuya vida se ve entrelazada con la de Cristo, el mejor amigo del mundo.

La evolución física y moral de Ben-Hur es aquí simplemente contundente en comparación al retrato del protagonista firmado por William Wyler y Charlton Heston en 1959. De todos modos, así como esta adaptación es más fiel a la trama original, adolece de ciertos problemas que impiden que logre el mismo nivel de efectividad que la multioscarizada versión posterior. Dramatúrgicamente, por ejemplo, la evidente diferencia de edades entre Novarro y Francis X. Bushman (un enfático Messala) hace difícil su identificación como amigos de infancia, pese a que la grotesca diferencia física entre ambos contribuye decisivamente a singularizar su antagonismo en escena --casi como si de David y Goliath se tratara. Tampoco es del todo exitosa la luminosa invisibilidad de Cristo, artificio que alguna vez resulta intrusivo. No obstante, el Ben-Hur de Niblo emociona, y aún permanece poco visto, habiendo sido todo un éxito de taquilla en la fecha de su estreno.

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