domingo, 1 de noviembre de 2015

On a Clear Day You Can See Forever (1970)


Este musical dirigido por el maestro Vincente Minnelli no pertenece al cuerpo de sus grandes obras, pero es una bastante sólida producción, entre cuyas virtudes se cuenta un selecto decorado (la azotea del edificio de Pan Am en Manhattan, por ejemplo) y una exquisita fotografía (a cargo del siempre genial Harry Stradling), además de, como no podía ser de otra manera, el talento sin par y el encanto arrollador de Barbra Streisand, quien con su sola presencia se hace de toda la función. El argumento (basado en una pieza escrita para Broadway en 1965 por el guionista, Alan Jay Lerner) atiende un previsible romance en una situación insospechada: un hipnotista profesional (interpretado sin mayor interés por el usualmente extraordinario Yves Montand) se involucra con una bohemia muchacha neoyorkina (Streisand) que, aparte de poseer la capacidad de hacer crecer geranios con sólo hablarles o saber puntualmente cuándo va a timbrar un teléfono, resulta la supuesta reencarnación de una mujer ejecutada por alta traición en la Inglaterra de 1814. Filmada en la primera mitad de 1969, entre Easy Rider (1969) y Five Easy Pieces (1970), la película muestra a Jack Nicholson como el millonario ex hermanastro de la protagonista, aunque la mayor parte de sus escenas (una sorprendente canción incluida, arreglada, igual que el resto del soundtrack, por Nelson Riddle) terminaron en el piso de la sala de montaje; su inicial aparición tocando un conspicuo sitar promete, por eso, un sentido que el tono conservador y académico de la cinta --que se cree a sí misma tan rozagante como las fantasías psicológicas o regresiones mentales de Streisand-- jamás permite materializar. 3/5

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